domingo, 17 de abril de 2011

Huesos en el Desierto de Sergio González R.


Huesos en el desierto describe la fórmula precisa para cometer crímenes perfectos. Basta pensar en una urbe en la que hubiera libertad para violar, torturar y matar mujeres, los policías encubrieran a los asesinos o fueran sus cómplices, maquinaran la culpabilidad de gente inocente y amenazaran o atentaran contra la vida de quienes se atreviesen a denunciarlos. En consecuencia, los culpables estarían libres y el gobierno cerraría los ojos. Sería una intriga siniestra de la barbarie de género: más de un centenar de víctimas de homicidios en serie de cariz sexual. Tal abismo construiría una historia insólita de horror, excepto por un rasgo: es real, nada especulativo ni ficticio. Tan verídico como las víctimas, los documentos, los testimonios, los indicios, las evidencias que se acumulan en Huesos en el desierto, producto de una pesquisa sistemática que se remonta a la década anterior y escruta el presente como objeto de estudio histórico.

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