No cabe duda de que el mundo está rodeado de personajes que se dicen doctos y no son mas que una falacia. Con esto me refiero a un artículo que publicó La Nación el 14 de septiembre del 2005 cuyo abordaje es totalmente antifreudiano. Mikkel Borch-Jacobsen uno de los precursores para tratar de desaparecer el psicoanálisis; propone una doctrina que según él; se puede reducir a un texto llamado 'El libro negro del Psicoanálisis'. Permítanme reírme de semejantes discursos. La verdad de nuestra vida no radica en eufemismos mal infundados en contra de teorías filosóficas o psicoanalíticas en todo caso; sino que el conocimiento del hombre y su inconsciente parte de una estructuración de teorías bien fundamentadas y con bases que recaen directamente en la complejidad del hombre o mejor dicho de nuestro inconsciente. Por tal motivo; este pequeño comentario va en favor de una teorización espléndida con pilares estructurados desde la clínica para el mejor conocimiento del sujeto. Esto permite al PSICOANÁLISIS darle el lugar que se merece en tanto deviene un fundamento teórico-práctico en lo concerniente al conocimiento del individuo. Les incluyo el link de la noticia para que ustedes formen sus propios fundamentos ya sea para estar a favor del antifreudismo o en contra. Lo que sí nos queda claro es que debemos respetar la forma de actuar y pensar de cada quien.
Imagen de: weblogs.clarin.com.
1 comentario:
Es curioso, vivimos una época en la que lo peor que se puede decir de algo es que no es científico. Y al revés, no hay mejor modo de colocar cualquier mercancía que hacerla pasar por científica. Así, el señor con bata blanca se ha convertido en el recurso preferido por los publicistas para vendernos antiarrugas, crecepelos, cepillos de dientes, ideologías, yogures... Por lo visto, basta con que en algún momento del anuncio se le haga pronunciar las palabras mágicas "científicamente comprobado" para que las ventas estén aseguradas. En realidad este neo-cientifismo no es más que un refrito actualizado del decimonónico: el mismo optimismo infantiloide (que no es más que el reverso de un asumido pesimismo esencial sobre la condición humana), la misma ausencia de sensibilidad racional y de una necesaria autocrítica en lo que atañe a los límites del conocimiento científico, la misma miopía con respecto a la dimensión simbólica, cultural, social del ser humano... Y, así, una vez más, los apóstoles de lo científicamente correcto pretenden vendernos la idea de que todo lo humano se puede reducir a ecuaciones, de que los problemas más específicamente humanos que aquejan a nuestras sociedades se solucionan a través de la manipulación física o psicológica de sus individuos (¿cuándo caeremos en la cuenta de que eso, MANIPULAR, es lo único que la ciencia, y la técnica a la que sirve, pueden hacer con cualquier objeto que se les ponga delante?), en fin, quieren hacernos creer que antes o después, en los laboratorios de alguna empresa farmacéutica o de alguna universidad subvencionada por alguna empresa farmacéutica, encontrarán la fórmula de la felicidad, la definitiva piedra filosofal de la farmacopea, ¡el soma! que nos curará de nosotros mismos y de nuestra sagrada indefinición esencial. Y lo más triste es que acabarán por conseguirlo. Claro que, para entonces, ya no seremos los mismos. Es lo que tiene el fanatismo reduccionista...
Saludos, y enhorabuena por el blog.
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