Para los que leyeron el análisis de estas ideas con anterioridad, les comento que me vi en la necesidad de realizar muchos cambios. Espero les guste el nuevo artículo. Cabe destacar que el otro lo tuve que suprimir por completo.
Primera: “La psicosis, perturbaciones de la personalidad global”.
En primer lugar desglosaremos esta oración en dos partes con la intención de encontrar un definición lo más acertada y objetiva posible. Cuando se habla de psicosis nos estamos refiriendo a: “un grupo de trastornos psicológicos graves, que comprenden la esquizofrenia, que se caracterizan por delirios y alucinaciones” (Barlow, 2001). Ahora bien, las perturbaciones de la personalidad global suelen tener distintas acepciones si nos avocamos a una base psiquiátrica en donde la normalidad se definiría como lo que realiza la mayoría y la anormalidad se facultaría para lo que se sale de la norma. Recordemos que si bien, las psicosis son una perturbación para la psiquiatría, los analistas como Freud y Lacan han establecido conocimiento más propicio en lo tocante a las psicosis como una forma de gozar para dar acceso a una estructura sin simbolización. De ahí que las perturbaciones dependen totalmente de la anormalidad como un estado fuera de lo natural pero que es a la vez completamente individual.
Segunda: “El paranoico se caracteriza sobre todo por los mecanismos de proyección, introyección y es delirante, perseguido y perseguidor…”.
La psicología como ciencia de la conducta y del proceso mental está totalmente relacionada con el acontecer del ser humano. Por tanto, ¿la paranoia es una enfermedad destinada al fatalismo? Grandes autores de la psiquiatría como Kraepelin, Bleuler, entre otros; han tratado de clasificar y tratar esto a lo que se le llama paranoia. Recordemos que incluso S. Freud con su teorización del caso Schreber en 1911 y J. Lacan con su propuesta inicial del caso Aimée en 1932 (propuesta que él mismo corregirá en su seminario III ‘Las Psicosis’ gracias a la aportación de los tres registros de la subjetividad como son: el real, simbólico e imaginario) han abordado distintas acepciones que van más allá de unos conceptos como solo proyectivos-introyectivos y delirantes. Freud propone a la paranoia como una forma de defenderse de las tendencias homosexuales y J. Lacan como una forma de autocastigo. Si bien nos encontramos ante una enfermedad mental que creemos causa daño tanto a nivel individual como social, esto no quiere decir que nos enfrentemos ante una patología devastadora ni satánica y mucho menos a un estado fatalista. Si bien nos encontramos ante un aspecto bio-psico-social nos deja claro que el tratamiento apuntaría a algo mucho más multidisciplinario que individualizado.
Tercera: “Finalmente, la enfermedad puede atacar al hombre en la esfera individual en la que se desarrolla la experiencia de su propio cuerpo”.
Es importante señalar que la angustia desborda una sintomatología clásica para con el cuerpo del sujeto. Todo lo que se refiere a la historia del hombre va en relación con la angustia y con la enfermedad. Por ello, a la angustia se le ha visto como patológica, pero esto en realidad no es así, ya que ésta realiza una función estabilizadora; e incluso se ha determinado que ésta en bajas proporciones suele ser motivadora para la realización de eventos importantes que pueden llevar al sujeto al éxito.
Cuarta: “El enfermo acepta reconocer esta oposición al mundo real, o más bien la irreductible yuxtaposición de éstos dos mundos reales…”.
La enfermedad propiamente dicha es sin duda lo que la psiquiatría observa como síntomas positivos; es decir, alucinaciones y delirios para los trastornos esquizofrénicos. El sujeto en este sentido al inmiscuirse en esos síntomas, se tiene que enfrentar a lo que el autor llama los dos mundos, desde mi punto de vista el irreal por una parte y el real por otra. El primero de éstos va en relación con la alucinación en sí, es decir, se tiene que adaptar a un mundo nuevo y anormal incluso desde su delirio como ese agujero sin llenar para dar acceso al registro de lo simbólico desde una perspectiva lacaniana. El segundo por su parte, es el del mundo simbolizado capaz de incluir metáforas y metonimias que le permiten al sujeto ser un ser-hablante. Los sujetos entonces se crean esa nueva realidad para tratar de introducirse a un mundo por demás complicado para inscribirse en un intento de reconstrucción con el mundo desde una teorización freudiana.
Quinta: “Existe un tipo de condición fundamental en lo que respecta a la psicología del conflicto, la cual dice que éstos son sociales e históricos”.
En realidad el autor establece una especie de fundamento o base estructural en lo que se refiere a los conflictos psicológicos. Es bueno que analicemos como es que se presentan estos conflictos en los seres humanos. Muchas veces los sujetos que están en conflicto consigo mismos se lo deben en gran parte a su historia y a su experiencia, pero en otra gran parte, a la forma de su interacción social. Socialmente nos han enseñado que hagamos tales o cuales cosas, sin poder cuestionar ni una de esas cosas con las cuales nos involucramos, es decir, los individuos estamos pensando más en que dirán los demás y no alcanzamos a visualizar que lo más importante es el sujeto en sí, como ser-hablante. De ahí que podemos establecer lo siguiente: un individuo es individuo en tanto se conoce a sí mismo como lo establecería el filósofo Sócrates hace ya miles de años.
En primer lugar desglosaremos esta oración en dos partes con la intención de encontrar un definición lo más acertada y objetiva posible. Cuando se habla de psicosis nos estamos refiriendo a: “un grupo de trastornos psicológicos graves, que comprenden la esquizofrenia, que se caracterizan por delirios y alucinaciones” (Barlow, 2001). Ahora bien, las perturbaciones de la personalidad global suelen tener distintas acepciones si nos avocamos a una base psiquiátrica en donde la normalidad se definiría como lo que realiza la mayoría y la anormalidad se facultaría para lo que se sale de la norma. Recordemos que si bien, las psicosis son una perturbación para la psiquiatría, los analistas como Freud y Lacan han establecido conocimiento más propicio en lo tocante a las psicosis como una forma de gozar para dar acceso a una estructura sin simbolización. De ahí que las perturbaciones dependen totalmente de la anormalidad como un estado fuera de lo natural pero que es a la vez completamente individual.
Segunda: “El paranoico se caracteriza sobre todo por los mecanismos de proyección, introyección y es delirante, perseguido y perseguidor…”.
La psicología como ciencia de la conducta y del proceso mental está totalmente relacionada con el acontecer del ser humano. Por tanto, ¿la paranoia es una enfermedad destinada al fatalismo? Grandes autores de la psiquiatría como Kraepelin, Bleuler, entre otros; han tratado de clasificar y tratar esto a lo que se le llama paranoia. Recordemos que incluso S. Freud con su teorización del caso Schreber en 1911 y J. Lacan con su propuesta inicial del caso Aimée en 1932 (propuesta que él mismo corregirá en su seminario III ‘Las Psicosis’ gracias a la aportación de los tres registros de la subjetividad como son: el real, simbólico e imaginario) han abordado distintas acepciones que van más allá de unos conceptos como solo proyectivos-introyectivos y delirantes. Freud propone a la paranoia como una forma de defenderse de las tendencias homosexuales y J. Lacan como una forma de autocastigo. Si bien nos encontramos ante una enfermedad mental que creemos causa daño tanto a nivel individual como social, esto no quiere decir que nos enfrentemos ante una patología devastadora ni satánica y mucho menos a un estado fatalista. Si bien nos encontramos ante un aspecto bio-psico-social nos deja claro que el tratamiento apuntaría a algo mucho más multidisciplinario que individualizado.
Tercera: “Finalmente, la enfermedad puede atacar al hombre en la esfera individual en la que se desarrolla la experiencia de su propio cuerpo”.
Es importante señalar que la angustia desborda una sintomatología clásica para con el cuerpo del sujeto. Todo lo que se refiere a la historia del hombre va en relación con la angustia y con la enfermedad. Por ello, a la angustia se le ha visto como patológica, pero esto en realidad no es así, ya que ésta realiza una función estabilizadora; e incluso se ha determinado que ésta en bajas proporciones suele ser motivadora para la realización de eventos importantes que pueden llevar al sujeto al éxito.
Cuarta: “El enfermo acepta reconocer esta oposición al mundo real, o más bien la irreductible yuxtaposición de éstos dos mundos reales…”.
La enfermedad propiamente dicha es sin duda lo que la psiquiatría observa como síntomas positivos; es decir, alucinaciones y delirios para los trastornos esquizofrénicos. El sujeto en este sentido al inmiscuirse en esos síntomas, se tiene que enfrentar a lo que el autor llama los dos mundos, desde mi punto de vista el irreal por una parte y el real por otra. El primero de éstos va en relación con la alucinación en sí, es decir, se tiene que adaptar a un mundo nuevo y anormal incluso desde su delirio como ese agujero sin llenar para dar acceso al registro de lo simbólico desde una perspectiva lacaniana. El segundo por su parte, es el del mundo simbolizado capaz de incluir metáforas y metonimias que le permiten al sujeto ser un ser-hablante. Los sujetos entonces se crean esa nueva realidad para tratar de introducirse a un mundo por demás complicado para inscribirse en un intento de reconstrucción con el mundo desde una teorización freudiana.
Quinta: “Existe un tipo de condición fundamental en lo que respecta a la psicología del conflicto, la cual dice que éstos son sociales e históricos”.
En realidad el autor establece una especie de fundamento o base estructural en lo que se refiere a los conflictos psicológicos. Es bueno que analicemos como es que se presentan estos conflictos en los seres humanos. Muchas veces los sujetos que están en conflicto consigo mismos se lo deben en gran parte a su historia y a su experiencia, pero en otra gran parte, a la forma de su interacción social. Socialmente nos han enseñado que hagamos tales o cuales cosas, sin poder cuestionar ni una de esas cosas con las cuales nos involucramos, es decir, los individuos estamos pensando más en que dirán los demás y no alcanzamos a visualizar que lo más importante es el sujeto en sí, como ser-hablante. De ahí que podemos establecer lo siguiente: un individuo es individuo en tanto se conoce a sí mismo como lo establecería el filósofo Sócrates hace ya miles de años.
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