“¿Qué es la razón? La locura de todos. ¿Y qué es la locura? La razón de uno.” Rensi, citado por J. M. Gironella.
Una concepción de la locura, proveniente de la Antigüedad (siglo V a. C.), la presenta como un “don divino”. El diálogo platónico Fedro muestra una imagen de la locura (manía) que en todo resulta preferible a la cordura (sophrosýne); pues mientras que ésta cuenta con un origen meramente humano, fruto de las opiniones(doxaí) que pueden producirse mediante el ejercicio dialéctico, la locura representa una forma de conocimiento superior. El loco aparece aquí como un ser elevado, a cuya alma crecen unas alas que lo transportan al país de la verdad. Al considerarla como la forma más alta del saber, Platón declaró en boca de Sócrates: “los bienes más grandes llegan a nosotros a través de la locura,concedida por un don divino”. El diálogo sugiere una distinción entre cuatro tipos básicos de locura: la profética, -propia de la adivinación oracular (don apolíneo)-, la poética –que corresponde a la inspiración artística (don de las musas)-, la erótica –ilustrada por el arrebato amoroso (don de Afrodita y de Eros) y considerada la más excelsa-, y la mistérica -ligada a los ritos eleusinos y la experiencia extática de la epoptéia(visión del dios; don de Dionisio). Un aspecto común a las especies de locura aquí descritas reside en considerarlas una experiencia de posesión -en el sentido de un trance o entusiasmo (en théos) en el que un dios es interiorizado-, en donde el sujeto que se ve invadido sufre una metamorfosis que le otorga conocimiento.Pero más exacto sería decir que se trata de un estado que anula la distinción entre sujeto y objeto, distinción clave en las teorías modernas sobre el conocimiento. Para los griegos el “delirio divino”, el “bello frenesí”, y los diferentes estados de éxtasis y rapto, aunados a la catársis, constituyen los elementos indispensables que actúan en la anagnórisis (tránsito de la ignorancia al saber),en donde mediante una revelación se accede a una comprensión del mundo que va más allá de los limitados alcances de la conciencia, y que culmina en una visión auténtica de la verdad. Puede decirse que el conocimiento se definía en la antigüedad como una de las formas más elaboradas del pathos. Así uno de los epítomes del pensamiento ¿racional? antiguo pudo decirnos que, sin el favor de la locura, el hombre no sería más que un ser insulso, destinado a extraviarse en la inanidad de su estrecha conciencia y en su ignorancia. Esto llevó a Giorgio Colli a afirmar que,para los griegos, “la locura es la matriz de la sabiduría” y “la razón es un instrumento de destrucción”.
Una concepción de la locura, proveniente de la Antigüedad (siglo V a. C.), la presenta como un “don divino”. El diálogo platónico Fedro muestra una imagen de la locura (manía) que en todo resulta preferible a la cordura (sophrosýne); pues mientras que ésta cuenta con un origen meramente humano, fruto de las opiniones(doxaí) que pueden producirse mediante el ejercicio dialéctico, la locura representa una forma de conocimiento superior. El loco aparece aquí como un ser elevado, a cuya alma crecen unas alas que lo transportan al país de la verdad. Al considerarla como la forma más alta del saber, Platón declaró en boca de Sócrates: “los bienes más grandes llegan a nosotros a través de la locura,concedida por un don divino”. El diálogo sugiere una distinción entre cuatro tipos básicos de locura: la profética, -propia de la adivinación oracular (don apolíneo)-, la poética –que corresponde a la inspiración artística (don de las musas)-, la erótica –ilustrada por el arrebato amoroso (don de Afrodita y de Eros) y considerada la más excelsa-, y la mistérica -ligada a los ritos eleusinos y la experiencia extática de la epoptéia(visión del dios; don de Dionisio). Un aspecto común a las especies de locura aquí descritas reside en considerarlas una experiencia de posesión -en el sentido de un trance o entusiasmo (en théos) en el que un dios es interiorizado-, en donde el sujeto que se ve invadido sufre una metamorfosis que le otorga conocimiento.Pero más exacto sería decir que se trata de un estado que anula la distinción entre sujeto y objeto, distinción clave en las teorías modernas sobre el conocimiento. Para los griegos el “delirio divino”, el “bello frenesí”, y los diferentes estados de éxtasis y rapto, aunados a la catársis, constituyen los elementos indispensables que actúan en la anagnórisis (tránsito de la ignorancia al saber),en donde mediante una revelación se accede a una comprensión del mundo que va más allá de los limitados alcances de la conciencia, y que culmina en una visión auténtica de la verdad. Puede decirse que el conocimiento se definía en la antigüedad como una de las formas más elaboradas del pathos. Así uno de los epítomes del pensamiento ¿racional? antiguo pudo decirnos que, sin el favor de la locura, el hombre no sería más que un ser insulso, destinado a extraviarse en la inanidad de su estrecha conciencia y en su ignorancia. Esto llevó a Giorgio Colli a afirmar que,para los griegos, “la locura es la matriz de la sabiduría” y “la razón es un instrumento de destrucción”.
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2 comentarios:
Gracias por postear este artículo Iván. Reciba un cordial saludo.
Agradeciendo su comentario estimado Gabriel Meraz y para mí fue un gusto leer su artículo. Saludos.
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