Mientras Sigmund Freud elabora sus distintas teorías, dos de sus importantes colegas Alfred Adler y Carl Gustav Jung se fueron convirtiendo en las figuras que más sobresalieron como perspectivas psicoanalíticas distintas a las freudianas, hoy se les considera las escisiones más significativas del freudismo. Adler proponía que era equivocado estimar a los padres como lo más importante, ya que los hermanos son los que deberían ocupar ese papel, por lo cual cuestionaba la idea del Edipo; además, de que «la protesta masculina» en tanto constitución de la identidad a partir de los ideales adquiría un valor que Freud no había comprendido, según la opinión de Adler. En cambio, Jung se distinguió por planteamientos más ricos en el orden de la psicología y la antropología, además de que tuvo en cuenta el lado espiritual de la condición humana, que había sido descuidado en el psicoanálisis freudiano. Durante la segunda guerra mundial, los primeros discípulos de Freud, una vez separados de su maestro, comenzaron a gestar nuevas perspectivas sobre el psicoanálisis, la guerra había creado una distancia entre ellos además que redefinía los intereses de cada uno frente a la manera de ser influido y de posicionarse frente a la misma. Las escuelas que se fueron diferenciando del padre fundador del psicoanálisis aparecieron rápidamente, poco a poco Sigmund Freud aparecía como una referencia caduca, sin vigencia frente a las nuevas propuestas. Muchos de los antropólogos que habían recibido al psicoanálisis con mucho entusiasmo; poco tiempo después se transfiguraron en sus más intransigentes críticos, pues le supusieron a Freud un etnocentrismo mediante el cual abordaba lo humano de manera grosera, para ellos, sin atender a las diferencias culturales. Y, tal como conciben el Edipo freudiano les parece excesivamente esquemático y por lo tanto reduccionista; al suponer que la familia se encuentra compuesta por un padre, una madre y un hijo, pero… y en esa parte del mundo en la cual hay sociedades constituidas por harems, es decir, poligámicas e incluso en las poligínicas, ¿cómo explicarlas? Ante la mirada de los antropólogos, el psicoanálisis se reducía a la idea de un médico que había proyectado sus perspectivas culturales al interior de sus elucidaciones teóricas, con lo que el psicoanálisis perdía todo poder explicativo. Ni hablar de su trabajo sobre Tótem y tabú, que no alcanzó más que el descrédito, pues a la comunidad antropológica le molestaba que se tratara de una teoría sin ninguna base documental y sustentada únicamente en conjeturas, sobre lo que él suponía debía ser el comienzo de la cultura; sólo una elucubración lanzada como una explicación de la constitución de la ley en los comienzos de la humanidad. En el nuevo continente, Heinz Hartmann buscó incorporar el psicoanálisis como una corriente dentro de la psicología académica, como parte de una psicología general articulada a la que ya existía en diversas universidades; una escuela más dentro del espectro de las teorías de la psicológica ocupada de los problemas de la armonía entre el sí mismo y sus contextos, ésta es una posición que continúa reinando en el panorama académico universitario...
En conmemoración a la muerte de hace algunos días del antropólogo Lévi-Strauss les recomiendo leer el artículo completo de José E. Tappan M. que se ha publicado en la revista electrónica 'CartaPsi' cuyo dirigente es el psicoanalista mexicano Dr. Julio Ortega B.
Fuente del artículo: cartapsi.org.
En conmemoración a la muerte de hace algunos días del antropólogo Lévi-Strauss les recomiendo leer el artículo completo de José E. Tappan M. que se ha publicado en la revista electrónica 'CartaPsi' cuyo dirigente es el psicoanalista mexicano Dr. Julio Ortega B.
Fuente del artículo: cartapsi.org.
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